HEXÁGONO ABIERTO
La economía española se aproxima a un punto de inflexión
La economía
española todavía permanece en una situación recesiva, aunque lo peor en
términos de actividad podría estar quedando atrás. En
la segunda mitad de este año, la economía probablemente se estabilizará y en
2014 mostrará una modesta recuperación, ello en un contexto en el que
persistirá la vulnerabilidad. La actividad se beneficiará de un entorno
financiero más benigno, de la favorable evolución de la demanda externa y de
medidas como el futuro y nuevo plan de pago a los proveedores de las
administraciones públicas. Por otra parte, los nuevos objetivos de déficit
público establecidos por la Comisión Europea permitirán un mejor equilibrio
entre el proceso de consolidación fiscal y la reactivación de la actividad
económica.
En la
estabilización de la economía española será determinante que continúe el
proceso de normalización de los mercados financieros y la reversión de la
fragmentación del mercado de capitales en la zona euro. Los avances en el
proceso de integración europea, especialmente en lo que a la unión bancaria se
refiere, serán tan importantes para la economía española como la correcta
gestión de la política doméstica.
La salida del
ciclo recesivo en España será algo importante y positivo, pero lo será todavía
más la velocidad de crucero a la que la economía sea capaz de crecer a medio
plazo. En este sentido, el avanzado proceso de ajuste de los desequilibrios
acumulados durante la etapa expansiva previa (p.e., déficit de la balanza por
cuenta corriente o inversión en vivienda) permitirá sentar las bases de un
crecimiento más sostenible en el tiempo, aunque para aumentar el mermado
crecimiento potencial de la economía española será necesaria una política de
reformas estructurales ambiciosa.
En este sentido,
la economía española sigue enfrentándose a importantes retos. Uno de los principales es el de un mercado
laboral que convive con un elevado desempleo de carácter estructural. Por ello
se hacen necesarias medidas que permitan hacer frente a la dualidad todavía
existente entre trabajadores indefinidos y temporales y una mejoría de las
políticas activas de empleo. Además, un funcionamiento eficaz del mercado
laboral requiere una política de vivienda que favorezca la movilidad de los individuos
y un sistema educativo mejor conciliado con la actividad económica. Más allá
del mercado laboral, dos de los principales problemas que afectan al tejido
productivo español están relacionados con la elevada dependencia energética y
con el reducido tamaño de las empresas españolas, que está asociado a una menor
productividad de las mismas.
Por último, en el
ámbito público también existe margen de mejoría. En particular, resulta
necesaria una profunda modernización de la Administración pública en aras de
una mayor eficiencia y un sistema tributario en el que los ingresos
estructurales tengan un mayor peso. Por último, y no menos importante, España
deberá seguir gestionando el proceso de envejecimiento de la población.
La agenda de
reformas del gobierno ya contempla medidas para abordar buena parte de estos
retos, aunque lo crucial será la forma en la que se acaben acometiendo. La
crisis nos ofrece la oportunidad de mejorar y crear las condiciones para poder
afrontar desde una posición de mayor fortaleza situaciones difíciles en el
futuro.
La economía española todavía permanece en una situación recesiva, aunque lo peor en términos de actividad podría estar quedando atrás. En la segunda mitad de este año, la economía probablemente se estabilizará y en 2014 mostrará una modesta recuperación, ello en un contexto en el que persistirá la vulnerabilidad. La actividad se beneficiará de un entorno financiero más benigno, de la favorable evolución de la demanda externa y de medidas como el futuro y nuevo plan de pago a los proveedores de las administraciones públicas. Por otra parte, los nuevos objetivos de déficit público establecidos por la Comisión Europea permitirán un mejor equilibrio entre el proceso de consolidación fiscal y la reactivación de la actividad económica.
En la estabilización de la economía española será determinante que continúe el proceso de normalización de los mercados financieros y la reversión de la fragmentación del mercado de capitales en la zona euro. Los avances en el proceso de integración europea, especialmente en lo que a la unión bancaria se refiere, serán tan importantes para la economía española como la correcta gestión de la política doméstica.
La salida del ciclo recesivo en España será algo importante y positivo, pero lo será todavía más la velocidad de crucero a la que la economía sea capaz de crecer a medio plazo. En este sentido, el avanzado proceso de ajuste de los desequilibrios acumulados durante la etapa expansiva previa (p.e., déficit de la balanza por cuenta corriente o inversión en vivienda) permitirá sentar las bases de un crecimiento más sostenible en el tiempo, aunque para aumentar el mermado crecimiento potencial de la economía española será necesaria una política de reformas estructurales ambiciosa.
En este sentido, la economía española sigue enfrentándose a importantes retos. Uno de los principales es el de un mercado laboral que convive con un elevado desempleo de carácter estructural. Por ello se hacen necesarias medidas que permitan hacer frente a la dualidad todavía existente entre trabajadores indefinidos y temporales y una mejoría de las políticas activas de empleo. Además, un funcionamiento eficaz del mercado laboral requiere una política de vivienda que favorezca la movilidad de los individuos y un sistema educativo mejor conciliado con la actividad económica. Más allá del mercado laboral, dos de los principales problemas que afectan al tejido productivo español están relacionados con la elevada dependencia energética y con el reducido tamaño de las empresas españolas, que está asociado a una menor productividad de las mismas.
Por último, en el ámbito público también existe margen de mejoría. En particular, resulta necesaria una profunda modernización de la Administración pública en aras de una mayor eficiencia y un sistema tributario en el que los ingresos estructurales tengan un mayor peso. Por último, y no menos importante, España deberá seguir gestionando el proceso de envejecimiento de la población.
La agenda de reformas del gobierno ya contempla medidas para abordar buena parte de estos retos, aunque lo crucial será la forma en la que se acaben acometiendo. La crisis nos ofrece la oportunidad de mejorar y crear las condiciones para poder afrontar desde una posición de mayor fortaleza situaciones difíciles en el futuro.













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