HEXÁGONO ABIERTO
¿Qué reflejamos en nuestras empresas?
Si siempre fue importante saber que transmitimos desde nuestra compañía, ahora es todavía mucho más determinante, ahora sí que podemos marcar la diferencia entre el éxito o el desastre más absoluto. Estamos en la era del miedo: la gente teme quedarse sin trabajo (aunque algunos no hacen mucho por evitar que la empresa vaya mal), que les quiten parte de sus ahorros (aunque algunos lo tienen mucho peor con los desahucios y los engaños de las preferentes), que no haya empleo (aunque algunos en realidad sólo temen no tener un sueldo porque todavía no se han enterado de nada), que los bancos no presten, que le suban los impuestos… La gente no ha asimilado que el famoso Estado del Bienestar ya no es posible, que antes de gastar o utilizar un servicio hay que producirlo uno mismo y que nunca fue justo vivir unos a costa de otros.
Por desgracia, nos
educaron para tener derecho a todo, no para obtener nuestros propios ingresos,
no para que nuestra supervivencia dependa de nuestro esfuerzo y nuestra
preparación, y estamos viviendo el peor ejemplo posible en nuestro país con la
corrupción, el pillaje, el aprovechamiento descarado, el egoísmo sin límites, y
las injusticias de unos pocos privilegiados a costa de otros.
Con estos condicionantes
tenemos que ir todos los días a trabajar y sacar adelante nuestras pymes. La
pregunta del millón ahora es: ¿qué transmito realmente desde mi empresa por
pequeña que sea?
Si la sociedad española
es mediocre en estos momentos es por falta de un auténtico liderazgo, por lo
tanto debemos averiguar cómo estamos liderando ahora la empresa y qué
reflejamos a nivel interno ante los nuestros y a nivel externo ante el resto de
actores del mercado.
El liderazgo se basa en
tener clara la visión, comunicar la misma con la mayor pasión posible y
desarrollar el talento de nuestro equipo inculcándole valores, principios y
priorizando toda la gestión hacia la comodidad del cliente, no hacia nuestra
propia comodidad. El centro de nuestras estrategias y por lo tanto de nuestras
decisiones debe ser el cliente. Hay algunos líderes que producen más valor para
sus empresas porque planifican mejor, organizan mejor, tienen clara la visión y
la misión y no la pierden de vista nunca.
Hay algunos líderes que
comunican mejor que otros y fortalecen la marca desde dentro mientras que otros
casi borran la imagen que ya tenían. Hay algunos líderes que se creen que en
esta sociedad actual hay atajos pero no es cierto, sólo ven espejismos y por
eso nadie más los ve porque sólo es su imaginación, no la realidad. Hay algunos
líderes que sólo provocan con su actitud estampidas emocionales en los demás,
que añaden más leña al fuego en un momento de grandes incertidumbres difíciles
de asimilar para todos.
El nuevo espíritu de las
empresas que van a sobrevivir será el de aquellas que busquen personas con
motivación y actitudes positivas en estos difíciles momentos, sólo hacer bien
el trabajo ya no será suficiente motivo para tener un empleo, serán empresas
desarrolladoras de personas para que estas puedan tomar decisiones y así evitar
que el líder tenga que ocuparse de cosas urgentes pero no importantes. Las
empresas sólo querrán personas con sentimientos de equipo, con orgullo de
pertenencia a la propia marca y no querrán personas con absentismo espiritual o
presencial, ya no es garantía suficiente para tener un empleo estar ahí, ahora
hay que producir ideas, innovaciones, mejoras, nuevas perspectivas comerciales.
Los líderes actuales deben
saber negociar desde la mentalidad de construir valor juntos. Muchos confunden
comparar precios con negociar, nada que ver una cosa con otra, se consigue
mucho más cuando se crean nuevas alternativas con nuestros proveedores,
clientes y empleados, cuando se piensa en grande en cómo hacer la tarta de
mayor tamaño y no como quitarle un trozo a la otra parte.
Los que dirigimos ahora
las empresas tenemos la obligación de actuar, si no hacemos nada estamos
dejando a la deriva al barco y los tripulantes lo saben y lo que esperan de su
capitán es que al menos haga algo por cambiar el rumbo. Si no, ya sabemos lo
que nos espera, más de lo mismo. Debemos averiguar en qué modo estamos ante los
demás, si estamos en modo zombi, en modo silencio, en modo apagado o en modo
activo. Con la tensión en la que vivimos
en nuestra sociedad llena de sustos a diario es cuando hay que estar a la
altura y tener más inteligencia emocional que nunca, tener más capacidad de
reconocer los sentimientos propios y ajenos, tener más empatía para entender a
los demás.
Dicen los expertos que sólo
hay futuro para las personas y empresas que aprendan y sólo aprendemos si
queremos, por lo tanto es la actitud la que determinará quién se queda y quién
debe cerrar. Por cierto no vale aprender sólo aquello que más nos guste,
debemos aprender aquello que vayamos a necesitar para lograr los objetivos
junto a nuestro equipo.
Hay que provocar cambios,
provocar que pasen cosas distintas porque esto en definitiva es fabricar tiempo
productivo, provocar que pasen nuevas cosas en la empresa. Está demostrado que
la tristeza, la apatía y el aburrimiento llevan más gente al psicólogo que los
muy activos y con la actitud adecuada. No podemos dejarnos arrastrar ahora por
la corriente, hay que huir de los pesimistas que por otra parte suelen ser
perezosos. Ahora hay que practicar la maestría emocional sabiendo diferenciar
las distintas emociones de todos y sabiéndolas gestionar, no ignorándolas
porque eso las hace más potentes, no hay que resistirse a las emociones, somos
humanos, hay que gestionarlas.
Es tiempo de propuestas
concretas y no de quejas y lamentos, es hora de crear ambientes de confianza y
no de enfrentamiento, es hora de ver la empresa como nuestra oportunidad de
ganarnos la vida una serie de personas honestamente y no como algo que tiene dos
partes y deben estar enfrentadas entre sí.
Ahora va a depender de lo
que reflejemos hacia el resto la actitud que tomen hacia nosotros y hacia
nuestro proyecto que debe ser el de todos, ahora sí que nos necesitamos más que
nunca unos a otros, no lo estropeemos por nuestra negligencia.
Por desgracia, nos
educaron para tener derecho a todo, no para obtener nuestros propios ingresos,
no para que nuestra supervivencia dependa de nuestro esfuerzo y nuestra
preparación, y estamos viviendo el peor ejemplo posible en nuestro país con la
corrupción, el pillaje, el aprovechamiento descarado, el egoísmo sin límites, y
las injusticias de unos pocos privilegiados a costa de otros.
Con estos condicionantes tenemos que ir todos los días a trabajar y sacar adelante nuestras pymes. La pregunta del millón ahora es: ¿qué transmito realmente desde mi empresa por pequeña que sea?
Si la sociedad española es mediocre en estos momentos es por falta de un auténtico liderazgo, por lo tanto debemos averiguar cómo estamos liderando ahora la empresa y qué reflejamos a nivel interno ante los nuestros y a nivel externo ante el resto de actores del mercado.
El liderazgo se basa en tener clara la visión, comunicar la misma con la mayor pasión posible y desarrollar el talento de nuestro equipo inculcándole valores, principios y priorizando toda la gestión hacia la comodidad del cliente, no hacia nuestra propia comodidad. El centro de nuestras estrategias y por lo tanto de nuestras decisiones debe ser el cliente. Hay algunos líderes que producen más valor para sus empresas porque planifican mejor, organizan mejor, tienen clara la visión y la misión y no la pierden de vista nunca.
Hay algunos líderes que comunican mejor que otros y fortalecen la marca desde dentro mientras que otros casi borran la imagen que ya tenían. Hay algunos líderes que se creen que en esta sociedad actual hay atajos pero no es cierto, sólo ven espejismos y por eso nadie más los ve porque sólo es su imaginación, no la realidad. Hay algunos líderes que sólo provocan con su actitud estampidas emocionales en los demás, que añaden más leña al fuego en un momento de grandes incertidumbres difíciles de asimilar para todos.
El nuevo espíritu de las empresas que van a sobrevivir será el de aquellas que busquen personas con motivación y actitudes positivas en estos difíciles momentos, sólo hacer bien el trabajo ya no será suficiente motivo para tener un empleo, serán empresas desarrolladoras de personas para que estas puedan tomar decisiones y así evitar que el líder tenga que ocuparse de cosas urgentes pero no importantes. Las empresas sólo querrán personas con sentimientos de equipo, con orgullo de pertenencia a la propia marca y no querrán personas con absentismo espiritual o presencial, ya no es garantía suficiente para tener un empleo estar ahí, ahora hay que producir ideas, innovaciones, mejoras, nuevas perspectivas comerciales.
Los líderes actuales deben saber negociar desde la mentalidad de construir valor juntos. Muchos confunden comparar precios con negociar, nada que ver una cosa con otra, se consigue mucho más cuando se crean nuevas alternativas con nuestros proveedores, clientes y empleados, cuando se piensa en grande en cómo hacer la tarta de mayor tamaño y no como quitarle un trozo a la otra parte.
Los que dirigimos ahora las empresas tenemos la obligación de actuar, si no hacemos nada estamos dejando a la deriva al barco y los tripulantes lo saben y lo que esperan de su capitán es que al menos haga algo por cambiar el rumbo. Si no, ya sabemos lo que nos espera, más de lo mismo. Debemos averiguar en qué modo estamos ante los demás, si estamos en modo zombi, en modo silencio, en modo apagado o en modo activo. Con la tensión en la que vivimos en nuestra sociedad llena de sustos a diario es cuando hay que estar a la altura y tener más inteligencia emocional que nunca, tener más capacidad de reconocer los sentimientos propios y ajenos, tener más empatía para entender a los demás.
Dicen los expertos que sólo hay futuro para las personas y empresas que aprendan y sólo aprendemos si queremos, por lo tanto es la actitud la que determinará quién se queda y quién debe cerrar. Por cierto no vale aprender sólo aquello que más nos guste, debemos aprender aquello que vayamos a necesitar para lograr los objetivos junto a nuestro equipo.
Hay que provocar cambios, provocar que pasen cosas distintas porque esto en definitiva es fabricar tiempo productivo, provocar que pasen nuevas cosas en la empresa. Está demostrado que la tristeza, la apatía y el aburrimiento llevan más gente al psicólogo que los muy activos y con la actitud adecuada. No podemos dejarnos arrastrar ahora por la corriente, hay que huir de los pesimistas que por otra parte suelen ser perezosos. Ahora hay que practicar la maestría emocional sabiendo diferenciar las distintas emociones de todos y sabiéndolas gestionar, no ignorándolas porque eso las hace más potentes, no hay que resistirse a las emociones, somos humanos, hay que gestionarlas.
Es tiempo de propuestas concretas y no de quejas y lamentos, es hora de crear ambientes de confianza y no de enfrentamiento, es hora de ver la empresa como nuestra oportunidad de ganarnos la vida una serie de personas honestamente y no como algo que tiene dos partes y deben estar enfrentadas entre sí.
Ahora va a depender de lo que reflejemos hacia el resto la actitud que tomen hacia nosotros y hacia nuestro proyecto que debe ser el de todos, ahora sí que nos necesitamos más que nunca unos a otros, no lo estropeemos por nuestra negligencia.












Laia | Jueves, 06 de Junio de 2013 a las 13:47:06 horas
Muchas gracias por el artículo, es muy motivador :) Estoy de acuerdo con todo... mucho ánimo!!!
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