Radiografía del emprendedor madrileño
Durante los últimos años, ha habido una creciente iniciativa por
parte de las personas –sobre todo jóvenes-
en abrirse camino en el terreno laboral a través de proyectos emprendedores que
les permitan adentrarse en el entorno empresarial y, de esta forma, lograr
materializar sus expectativas profesionales dando como consecuencia un aumento en
la creación del empleo, así como en la formación de proyectos relacionados
sobre todo en el ámbito artístico, deportivo y científico-académico.
En este artículo se exponen algunos datos de relevancia sobre la
actividad emprendedora del país incluidos en el Libro Blanco de la Iniciativa Emprendedora en España.
Según el proyecto Global
Entrepreneurship Monitor, la actividad emprendedora ha venido decreciendo
en España dentro del período comprendido entre los años 2000 y 2009 en el grupo
de edad de los 18 a los 64 años. En 2001, la iniciativa emprendedora era del
6,3% mientras que en 2009 bajó a un 5,1%. Dentro de este colectivo, solo el 6%
emprende dentro de los 55 y 64 años; el 7% entre 18 y 24 años; el 16% entre 45
y 54 años; y el 28% entre 35 y 44 años. Las personas más emprendedoras son las
que están en la franja de edad que va de 25 a 34 años, con un 43%.
El emprendedor madrileño se encuentra en un plano medio con
relación a otras comunidades autónomas con el 5%, siendo las regiones más
emprendedoras Baleares (6,6%), Cataluña (6,4%) y Andalucía (6,3%). Dentro de
las más bajas encontramos Asturias (2,4%), País Vasco (3,0%) y Extremadura
(3,3%).
Este decaimiento se debe al riesgo asociado a la iniciativa
emprendedora. En España, aunque un 84% de los jóvenes se consideran personas
creativas, solamente un 12% de los encuestados se consideran tomadores de
riesgo; mientras que en Estados Unidos se consideran el 39%. Asimismo, el 45%
de los españoles tiene miedo al fracaso –derivado en su mayoría en que solo un 16% percibe
oportunidades para emprender-, mientras que en Noruega y Estados Unidos los
porcentajes son de 25 y 27% respectivamente. No obstante lo anterior, los
jóvenes españoles vislumbran su futuro laboral en un 28% dirigiendo su propio
negocio (solo siendo superado por un 33% si tuviesen la oportunidad de laborar
en una gran empresa).
Así pues, podemos concluir que es evidente que la actividad emprendedora
está incidiendo cada vez más dentro de la cultura occidental como aporte en la generación
de empleo y del crecimiento económico. En la actualidad, ante las crisis
globales y la escasa oferta de empleo, la cultura emprendedora debe fomentarse
desde los colegios y seno familiar. El miedo al fracaso o a asumir riesgos debe
tratarse desde la formación del estudiante trabajando en un sistema educativo
de calidad que fomente la autoconfianza, la innovación y la necesidad de logro
para poder afrontar con éxito los retos de la vida cotidiana.
Aunque en España el porcentaje emprendedor sigue siendo pobre con
relación a otros países, cada vez son más la personas que se plantean o
intentan internarse dentro del terreno laboral a través de la implementación de
sus propios proyectos. Quienes lo han logrado satisfactoriamente, han demostrado
que disfrutan en mayor parte su trabajo y se sienten realizados
profesionalmente.
Por ende, es menester por parte de la Administración Pública y
organizaciones dedicadas al fomento de la actividad empresarial, el seguir apoyando a las personas que deseen crear una empresa o
negocio; máxime cuando el proyecto que se presente sea de calidad, viable, y
conlleve por consecuencia, la creación de empleo y mejoramiento de la calidad
de vida.
Durante los últimos años, ha habido una creciente iniciativa por
parte de las personas –sobre todo jóvenes-
en abrirse camino en el terreno laboral a través de proyectos emprendedores que
les permitan adentrarse en el entorno empresarial y, de esta forma, lograr
materializar sus expectativas profesionales dando como consecuencia un aumento en
la creación del empleo, así como en la formación de proyectos relacionados
sobre todo en el ámbito artístico, deportivo y científico-académico.
En este artículo se exponen algunos datos de relevancia sobre la
actividad emprendedora del país incluidos en el Libro Blanco de la Iniciativa Emprendedora en España.
Según el proyecto Global
Entrepreneurship Monitor, la actividad emprendedora ha venido decreciendo
en España dentro del período comprendido entre los años 2000 y 2009 en el grupo
de edad de los 18 a los 64 años. En 2001, la iniciativa emprendedora era del
6,3% mientras que en 2009 bajó a un 5,1%. Dentro de este colectivo, solo el 6%
emprende dentro de los 55 y 64 años; el 7% entre 18 y 24 años; el 16% entre 45
y 54 años; y el 28% entre 35 y 44 años. Las personas más emprendedoras son las
que están en la franja de edad que va de 25 a 34 años, con un 43%.
El emprendedor madrileño se encuentra en un plano medio con
relación a otras comunidades autónomas con el 5%, siendo las regiones más
emprendedoras Baleares (6,6%), Cataluña (6,4%) y Andalucía (6,3%). Dentro de
las más bajas encontramos Asturias (2,4%), País Vasco (3,0%) y Extremadura
(3,3%).
Este decaimiento se debe al riesgo asociado a la iniciativa
emprendedora. En España, aunque un 84% de los jóvenes se consideran personas
creativas, solamente un 12% de los encuestados se consideran tomadores de
riesgo; mientras que en Estados Unidos se consideran el 39%. Asimismo, el 45%
de los españoles tiene miedo al fracaso –derivado en su mayoría en que solo un 16% percibe
oportunidades para emprender-, mientras que en Noruega y Estados Unidos los
porcentajes son de 25 y 27% respectivamente. No obstante lo anterior, los
jóvenes españoles vislumbran su futuro laboral en un 28% dirigiendo su propio
negocio (solo siendo superado por un 33% si tuviesen la oportunidad de laborar
en una gran empresa).
Así pues, podemos concluir que es evidente que la actividad emprendedora
está incidiendo cada vez más dentro de la cultura occidental como aporte en la generación
de empleo y del crecimiento económico. En la actualidad, ante las crisis
globales y la escasa oferta de empleo, la cultura emprendedora debe fomentarse
desde los colegios y seno familiar. El miedo al fracaso o a asumir riesgos debe
tratarse desde la formación del estudiante trabajando en un sistema educativo
de calidad que fomente la autoconfianza, la innovación y la necesidad de logro
para poder afrontar con éxito los retos de la vida cotidiana.
Aunque en España el porcentaje emprendedor sigue siendo pobre con
relación a otros países, cada vez son más la personas que se plantean o
intentan internarse dentro del terreno laboral a través de la implementación de
sus propios proyectos. Quienes lo han logrado satisfactoriamente, han demostrado
que disfrutan en mayor parte su trabajo y se sienten realizados
profesionalmente.
Por ende, es menester por parte de la Administración Pública y
organizaciones dedicadas al fomento de la actividad empresarial, el seguir apoyando a las personas que deseen crear una empresa o
negocio; máxime cuando el proyecto que se presente sea de calidad, viable, y
conlleve por consecuencia, la creación de empleo y mejoramiento de la calidad
de vida.







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